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lunes, 8 de enero de 2018

¡No quiero que mi hijo nazca en Venezuela!


La riqueza más importante de una empresa, y de un país, es su gente. Partiendo de ese axioma irrefutable podemos tomarlo como parámetro de evaluación del éxito o del fracaso bien sea empresarial o macroeconómico.
Ocurre que con mucho pesar ya es común y reiterativo escuchar a mujeres venezolanas decir: ¡NO QUIERO QUE MIS HIJOS NAZCAN EN VENEZUELA!, …. ¡triste!... ¡lamentable!.... ¡trágico! …. Y tan abrumador que es imposible negar esa verdad; como dicen coloquialmente “todo el mundo lo dice”.

Hospitales inoperantes, desabastecimiento de medicamentos y productos de la llamada Cesta Básica como la leche, azúcar, aceite, e incluso productos de higiene y aseo personal, como pañales, jabón, papel sanitario, escasean alarmantemente. Súmese otros problemas como delincuencia, desnutrición, abuso de funcionarios públicos, odio ideológico entre hermanos …. Todo lo anterior se ha convertido en el detonante para hundir a Venezuela en el rechazo de su propia gente.
Quien se atreva a pensar en tener hijos, le dicen: ¡estás loca! Y quienes por descuidos elementales anticonceptivos quedan embarazadas, les dicen: ¡pobrecita, no sabes lo que te espera!
No pretendo ser cronista de la historia contemporánea de estos últimos 19 años de desastre histórico en Venezuela, pero, tener el privilegio de contar con este blog, me obliga a registrar para el recuerdo de quienes quedemos en este abatido y destruido país, una realidad tan cruel como la negativa de las mujeres a honrar a Venezuela con la belleza de traer a la vida a sus hijos porque en Venezuela significa traer a sus hijos a la miseria o a la muerte por desnutrición o delincuencia.... y dicho sea de paso, que esta publicación carece de motivación política, porque ese clamor de emigrar retumba en oídos tanto de oficialistas como de opositores, de manera que como dicen "no se puede tapar el sol con un dedo".

No quiero caer en notas explicativas de la ruina de nuestro país, porque pienso que la consecuencia de esa ruina es muy elocuente, y esa consecuencia se ve claramente expuesta en el rechazo a parir hijos en Venezuela … ¡que Dios tenga misericordia de nuestro país!. Con nostalgia finalizo con esta pregunta, ¿qué futuro puede tener un país donde la “inmensa mayoría” de su gente no solo piensa en emigrar, sino que además se resisten en reproducir su descendencia en este país, otrora tierra bendita?.
Sirva esta publicación de reflexión a los actores políticos, tanto opositores como oficialistas, en el sentido de URGENTEMENTE tomar la decisión de cambiar de rumbo en materia económica y política.

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